Cuando Aureliano ocupó el cargo de emperador con el apoyo del ejército, tuvo que lidiar con la peor crisis de todas: las provincias orientales y occidentales habían declarado su autonomía, mientras que, en Roma, el Senado apoyaba a Quintilo para ocupar el trono. Con enemigos externos asediándole por todos los frentes, una economía en declive y una inestabilidad rampante, Aureliano se enfrentaba a la tarea imposible de reconvertir el Imperio en la potencia dominante que siempre estuvo destinada a ser.
Roma (Imperio dividido)
- Defensores de la civilización: +15% a la moral de todas las unidades al luchar en territorio propio o aliado
- Auténtico romano: las facciones romanas comparten una penalización diplomática importante con otras facciones romanas